​

​

      A simple vista, las imágenes contenidas en Deus ex machina muestran una ciudad hipermoderna y fantástica: un escenario similar al de una película de ciencia ficción futurista (rememorando a Metrópolis, Akira o Blade Runner). Inicialmente, surge la sensación de enfrentarse a la alta tecnología. Pero observando con más detenimiento, descubrimos una ciudad ficticia formada por antiguos componentes electrónicos: un amontonamiento hecho con los residuos de una sociedad que venera el consumo. Sebastián Román es el demiurgo de esta ciudad, construida sobre una extraña base de madera: un lampadario de iglesia (todavía funcional) que permite iluminarla introduciendo una moneda en su interior. Ante esta escultura, mezcla de tecnología, religiosidad y fantasía, el espectador se convierte en Dios (Fiat lux) y en mecenas directo del artista. Entonces, en un ida y vuelta entre lo sagrado y lo profano, “Sea la luz” a través de la maquina.

​

Caroline Benichou

París, agosto de 2022

​

​